Es un gran placer tocar las “suites” 6 años después de que lo hice por primera vez acá y 12 años después de mi primera presentación para este maravilloso público.
2006.

Tengo taaaaantos buenos recuerdos de la BLAA que no sé cómo escoger el más importante.  Mirando hacia atrás, no se me borra la última vez que mi mamá, la soprano Sylvia Moscovitz, cantó en público. Fue en la sala de conciertos de la biblioteca, en el año 1987 según creo, y su repertorio fue todo brasileño.

Donde a hurtadillas leía con mucho sigilo las técnicas de mi afición que era el billar mientras esperaba la hora de escuchar en esa magnífca sala de música a los «jóvenes intérpretes».

He asistido a tantos y tan buenos eventos que perdí la cuenta. Felicitaciones.

Para la Sala de la Luis Ángel Arango con muchísimo cariño y agradecimiento.  Es siempre un inmenso placer tocar acá. Noviembre 22 de 2006

Cordial saludo para todos los que de una o de otra forma hemos tenido que ver con la Biblioteca Luis Ángel Arango. Recuerdo que cuando salía de la oficina a almorzar, pasaba un rato a la sala de música y me recreaba escuchando las diferentes agrupaciones tocando JAZZ, proyectadas en pantalla gigante; y en otras ocasiones me deleitaba leyendo un libro de música, literatura o arte. ¡Que gratos recuerdos!

Tengo varios recuerdos especiales de la Biblioteca. El primer recuerdo son los conciertos de los domingos en el auditorio a los que iba con mis papas y mis hermanos cuando tenía 12 años. Estos tenían un cierto carácter educativo y los músicos y directores explicaban conceptos y hablaban sobre los instrumentos musicales y su historia. Yo la pasaba muy bien. Ese era el plan de los domingos.
El segundo es la vista que se tiene de Bogota cuando se sube por las escaleras a las salas de lectura. Siempre me ha parecido encantadora.
El tercero es la exposición de Carlos Garaicoa. Como en esos momentos hacia parte del grupo de guías tuve la oportunidad de ver el proceso de montaje y su desarrollo.

Recuerdo de la Biblioteca el vídeo donde salía el mimo de un programa de televisión que se llamaba la “Brújula mágica”, con su perro imaginario explicando como buscar los libros en la biblioteca.

Es aspirar todos sus aromas para que se metan por mi torrente sanguíneo y así disfrutar de los bellos momentos que paso en la Luis Ángel.

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